Cartel de Carnaval
Pablo Fernández Andaluz, de 2º de Bachillerato grupo A, ha resultado ganador del concurso de carteles sobre el Carnaval que ha organizado el Departamento de Plástica. Aquí tenéis la obra ganadora:
Escrito por en . Publicado en CURSOS POSTERIORES AL 2019.
Pablo Fernández Andaluz, de 2º de Bachillerato grupo A, ha resultado ganador del concurso de carteles sobre el Carnaval que ha organizado el Departamento de Plástica. Aquí tenéis la obra ganadora:
Escrito por en . Publicado en h General.
Houdar de la Motte
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MUERE J.D.
SALINGER,
AUTOR DE
'EL GUARDIÁN
ENTRE EL CENTENO'
BARBARA CELIS
– Nueva York – 28/01/2010
Un personaje
misterioso, esquivo con los medios de comunicación, del que apenas
se conocen imágenes. Jerome David Salinger, autor de El guardián
entre el centeno (1951), una novela que ha marcado a miles de jóvenes
de todo el mundo, falleció ayer a los 91 años en New Hampshire (EE
UU). El diario The New York Times, el primero en dar la noticia,
lo califica de recluso literario.
Escritor "de
talento infinito", como le definió Ernest Hemingway tras
conocerle en París durante la segunda guerra mundial, años antes de
que publicara su obra magna, Salinger llevaba lejos de la vida pública
prácticamente cinco décadas, cuando tras el inesperado éxito de
El Guardián entre el centeno, convertido en best seller
el mismo año de su publicación, 1951, decidió abandonar Nueva York
e instalarse en el campo, en la misma casa en la que falleció. Se acercaba
así al deseo del mordaz y afilado protagonista de su novela, Holden
Caufield, quien en un pasaje del libro afirma: "me gustaría encontrar
una cabaña en algún sitio y con el dinero que gane instalarme allí
el resto de mi vida, lejos de cualquier conversación estúpida con
la gente".
Aquel libro,
del que se han vendido más de 60 millones de ejemplares en todo
el mundo y del que aún se venden 250.000 cada año, estaba dirigido
a los adultos pero su protagonista inmediatamente se convirtió
en el antihéroe por excelencia de toda una generación, la de los
adolescentes crecidos en plena guerra fría, que vieron en sus críticas
feroces contra el mundo y la moral de los años cincuenta el reflejo
de sus propias inquietudes y angustias. El enfrentamiento entre
el mundo de los jóvenes y el de los adultos reflejaba también el deseo
universal de no crecer, otra cara de uno de los muchos sueños americanos
y que de alguna manera, se repite generación tras generación -de ahí
su éxito universal-. La novela, en la que Holden Caufield rememora
en primera persona desde un hospital psiquiátrico los días posteriores
a su expulsión del colegio, se convirtió en novela de culto, algo
que fue llevado al extremo por uno de sus máximos fans, Mark David
Chapman, el hombre que asesinó a John Lennon en 1980. Chapman llegó
a citar el libro del escritor como el lugar en el que encontrar la explicación
a aquel acto.
Quizá parte
de la fascinación que despierta El guardián… se deba también
al halo de misterio que ha rodeado a su autor. Una de las pocas imágenes
que de él se conservan lo muestran en actitud amenazante contra el
fotógrafo. Huyó de los focos y del ruido mediático. Sólo concedió
una entrevista, en 1974 a The New York Times y por vía telefónica,
para defender su vida privada.
– The Catcher in the Rye (El guardián entre el
centeno) (1951)
– Nine Stories (Nueve historias) (1953)
– Franny and Zooey (Franny y Zooey) (1961)
– Raise
High the Roof Beam, Carpenters and Seymour: An Introduction
(1963) (Levantad, carpinteros, la viga del tejado y Seymour: una
introducción)
CRONOLOGÍA
DE LA VIDA DE SALINGER
1) Nace en Nueva
York, en 1911. De buena familia, el joven pasa por una academia militar
y completa sus estudios en Europa, en Viena, Londres, París y Varsovia.
2) 1948: su primer
gran éxito, Día perfecto para el pez plátano, aparece en New Yorker,
la revista donde había conseguido publicar algunos relatos.
3) Su obra maestra
llegaría en 1951, El guardián entre el centeno. La novela se convierte
en un clásico.
4) El autor decide
conceder una entrevista. Será la única que conceda en su vida.
El privilegio fue para The New York Times. En una conversación por
teléfono, el escritor aprovecha -una vez más- para recordar que no
tolerará ediciones no autorizadas de sus cuentos.
5) El autor cumple
los 90 años en 2009.A los pocos meses, una novela provoca su cólera.
Se trata de 60 años después: llegando a través del centeno, una supuesta
secuela de El guardián…Salinger se querella y gana el juicio.
6) Salinger muere
en 2010, a los 91 años. No aparece nada desde 1965 que lleve su firma.
Su última obra publicada es una carta que Seymour Glass, su personaje
recurrente, dirige a sus padres desde un campamento de verano.
Escrito por en . Publicado en h General.
JORGE URDÁNOZ GANUZA
es profesor de Teoría Política en la Universidad Autónoma de Madrid.
y publica en el País este artículo sobre el valor del libro de SALINGER,
El guardián entre el centeno
Estoy bastante seguro
de qué es lo que diría Holden Caulfield, el protagonista de
El guardián entre el centeno, si se enterara de que todos andamos
ahora hablando de él a cuenta de la muerte de su padre literario, J.
D. Salinger: "Para serte sincero, me da cien patadas". Y a
renglón seguido añadiría: "Si lo piensas bien, tiene su gracia".
Esa capacidad de hacer
aflorar algo que late muy profundo se encuentra dispersa por todo el
libro
Sartre se equivocaba:
los demás no son el infierno, son el único paraíso posible
¿Por qué se ha convertido
Holden Caulfield en el ídolo de millones y millones de personas desde
que vio la luz en 1951? ¿Qué alberga su relato para lograr esa devoción
que despierta en muchísimos de sus lectores?
¿Por qué tantos volvemos, cada cierto tiempo, a leer una historia
que ya conocemos de memoria? Hay una explicación literaria, por
descontado: un talento narrativo excepcional. Pero eso no es
suficiente para convertir a una novela en un fenómeno de masas. Detrás
de Holden y de sus andanzas por Nueva York hay algo más, algo que va
más allá de la literatura. Una emoción que me atrevería a calificar
de moral.
Enseguida volveremos
a ello, pero antes demos un paseo por los alrededores del autor y por
su mística. Poco después de que la novela lo lanzara a una fama que
pronto descubrió que detestaba, Salinger abandonó Manhattan para
encerrarse en un pueblecito de New Hampshire que ya no abandonaría
en vida.
Pidió que eliminaran
su foto de las sucesivas ediciones del libro. No dejó nunca de
escribir, pero apenas publicó nada. Jamás concedió una
entrevista, tan sólo un reportaje en una revista escolar del instituto
local y una llamada por teléfono al New York Times en 1974 para
quejarse de una edición no autorizada de su obra. Ese aislamiento alimentó
su leyenda.
Al predicamento de eremita
del autor -es el escritor esquivo en el que se basan películas de Hollywood
como El Campo de los Sueños o Buscando a Forrester- le
acompañó pronto la extraña aureola que se generó alrededor de su
única novela.
Antes de matarlo, Mark
Chapman le pidió a John Lennon que le firmara un libro. Era
El guardián. También era El guardián el libro que leía
el perturbado que intentó asesinar a Reagan. Y El guardián
tiene un papel crucial en la película Conspiración, protagonizada
por Mel Gibson, un papel relacionado igualmente con asesinatos y misterios
policiales.
Hay en efecto una rumorología
siniestra alrededor de la novela, pero no puede resultar más desencaminada,
y pocas cosas iluminan con mayor claridad la locura del mundo en el
que vivimos que el hecho de que a una novela tan hermosa y sensible
como ésta le acompañe esa fama de violencia y misterio. El guardián
entre el centeno es todo lo contrario a lo que su fama anuncia y,
si algo encarna su protagonista, no es la rabia o la locura, sino -sobre
todo- la ternura.
Las razones por las que
cautivan Holden Caulfield y su breve escapada a Manhattan van más allá
del indudable mérito literario en las que vienen envueltas, alcanzando
ese nivel de complicidad, de empatía y de contacto con el lector que
sólo las grandes creaciones logran. Por eso son legión los lectores
que se emocionan al leerlo. Esa capacidad de hacer aflorar algo que
late muy profundo se encuentra dispersa por todo el libro y, cuanto
más lo lees, más la descubres aquí y allá, sorprendiéndote en detalles
que antes te habían pasado por completo inadvertidos. De ahí que sea
un libro de los que vuelve a leerse: una y otra vez su lectura desentierra
algo de nuestro interior.
¿De qué se trata? ¿Qué
es lo que Salinger logra extraer desde el fondo de nuestro ser? Holden
es un adolescente, se encuentra en ese territorio entre la niñez y
la madurez en el que uno empieza a entender que el mundo que durante
años te han hecho creer que existía está lejos de ser real. Pero
a él no le han fallado los que habitualmente fallan: no le han fallado
sus padres, no le han fallado los profesores, no le ha fallado el sistema.
No es feo, no tiene problemas con las chicas. Intelectualmente es brillante,
ahí tampoco hay problema. Y es un niño bien, de una familia culta
y rica. A Holden no le falló ninguna de esas cosas que dan lugar a
una rebeldía moldeada por un fracaso concreto y por tanto dirigida
a algo y por ello dominada. A Holden le falló el mundo en sí.
Conforme avanzas la lectura
descubres que, por debajo de todas sus ocurrencias y disparates, por
debajo de su total desorientación, el muchacho arrastra un desgarro
brutal, un dolor indecible. Allie, su hermano pequeño, murió a los
10 años, cuando Holden solo contaba con 13. E intuyes que él sigue
sintiendo su muerte con esa brutalidad emocional con la que sienten
los niños. Y que no lo puede encajar. Y que está perdido, como lo
estamos todos ante la muerte.
Y entonces sus despropósitos
se tornan muestras de ternura. De una ternura desnuda con la que sólo
podemos identificarnos, porque de alguna manera todos somos Holden intentando
entender la muerte. No nuestra muerte, que también, sino sobre todo
la de los otros, la de aquellos que amamos. Una encrucijada en la que
todos somos como adolescentes que descubren de repente que el mundo
que nos enseñaron de niños es mentira, y que la realidad es otra.
Por eso Holden emociona, y lo hace a todas las edades y en todas las
culturas, porque su dolor es el dolor ante la muerte, y no hay nada
más universal que la muerte.
Pero, además, a esa
primera identificación fundamental se le añade un elemento que es
el que realmente hace grande a la novela. Se trata de una manera de
ser, de una postura, de una decisión moral ante los otros. Holden
tiene motivos de sobra para estar amargado, para devolver odio con odio,
para alimentar con más incomprensión el sinsentido del mundo. Pero
elige otra cosa, elige la generosidad, elige la misericordia. Y al hacerlo
dibuja un ideal moral que nos emociona
en el sentido más primario de la expresión. Porque, aunque no siempre
estemos a la altura, todas nuestras entrañas morales intuyen que esa
decisión es la decisión correcta, la que sabemos que deberíamos tomar
nosotros mismos ante la vida.
Y es la decisión que,
con una sencillez infinita, nos repetían en casa cuando éramos niños:
sed buenos con los otros. Algo que quizás vamos olvidando conforme
aceptamos hacernos adultos y, frente al corazón de los niños, nuestro
corazón se va tornando "nuevo, roído de culebras", por decirlo
con Lorca.
Por eso lloramos cuando
Holden desvela cuál es su respuesta a la muerte de su hermano: lo que
a él le gustaría es contemplar cómo otros niños como Allie juegan
en un campo de centeno, e impedir que se hagan daño. Impedir que caigan
en el precipicio, un precipicio que es la muerte, sí, pero que es también
el mundo falso e hipócrita que los adultos a veces nos empeñamos en
construir. Ésa es la respuesta que da a su desgarro, como si al dolor
recibido no quisiera responder con más dolor, sino con todo lo contrario.
Y supongo que a sus
lectores nos gusta volver a intuir esa grandeza moral que protagoniza
un muchacho desorientado y sensible perdido en la Gran Manzana, porque
adivinamos una semilla de ternura que nos dice que todavía somos capaces
de amar. Que todavía somos capaces de entender que lo más valioso
que podemos atesorar en esta vida es el encuentro con los otros y que,
como con absoluta evidencia saben los niños, nada supone una felicidad
mayor. Sartre se equivocaba: los demás no son el infierno, son
el único paraíso posible. Es la canción de Phoebe la que tiene razón:
"Cuando un cuerpo encuentra a otro cuerpo, cuando van entre el
centeno…".
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1.140 (mil ciento cuarenta) Euros ha sido la cantidad recaudada por la campaña efectuada los días 25 y 26 de Enero para recaudar fondos destinados a las víctimas del terremoto de Haití. La cantidad ha sido ingresada en una cuenta de Médicos sin Fronteras.